- EL MORRO DEL ARTISTA - venancio pardo

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Jerónima de la Fuente


La venerable madre Jerónima de la Fuente hija de don Pedro García Yáñez y doña Catalina de la Fuente. Monja clarisa de Toledo y Albacete. Mujer emprendedora, austera y disciplinada en todos sus menesteres. Sordomuda por convicción e interés propio, alguna vez se la descubrió en soliloquios de éxtasis eximios y oratoria que de haber salido de las paredes de su congregación, el mismo Gregorio XV la hubiera anatematizado. A excepción del tiempo dedicado a la obligación con su Fe, el resto de sus obras era leer, ordenar y clasificar los libros de una muy abundante biblioteca proveniente del legado de don Clavijo Sansón Carrasco -caballero de los Espejos- hidalgo de extensa cultura que vivió sus últimos años como jardinero del convento y el cual enseñó, entre otras cualidades, a leer y a escribir a la novicia casi adolescente que era entonces la hermana Jerónima. De una rica vida intelectual, contemplativa y espiritual, por sus dotes dicen que fue la hermana menor de Santa Teresa de Jesús. Se interesó pronto por los textos de un profesor de la Universidad de Salamanca, Fray Luis de Leon, del que admiraba sobretodo su prosa, del carmelita Juan de Yepes -S. Juan de la Cruz- quedó fascinada entre otras por su rebeldía a la Inquisición. También tenía especial inclinación por los libros de caballerías en los que encontraba “la amenidad de los campos y sus gentes, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, un puñado de aire, ...” sensaciones imprescindibles de regocijo para una vida de clausura. Sus obras jamás se publicaron, lo que he podido conocer es de un estilo anárquico y místico, con carácter multidisciplinar pero “de dulce andadura”, sin canon especifico de época pero de expresión moderna, su prosa incluso de carácter científico unida siempre a la lírica de sensaciones “táctiles” se entremezclan a veces y son un fantastico viaje al “exterior de lo interior”. Por motivos de los que no caven pormenores, una persona anónima me ha hecho llegar una pequeña parte del tesoro que son los cuadernos que la madre Jerónima escribió durante la estancia en este convento, de los cuales he extraído las ideas y sus configuraciones esenciales para realizar la casi totalidad de las obras que aquí se exponen. Entiéndase lo arduo de la tarea por la disparidad en los contenidos y el tiempo que me separa. De todas formas me complace lo multidisciplinar de sus escritos que me ha proporcionado una gran libertad de argumentos para su interpretación. Haciendo hermenéutica de sus textos dicto algunos conceptos sugeridos de la amplitud de su saber: Se plantea casi permanentemente el misterio de la exterioridad y la otredad para dar una explicación ácrata pero acertada de las sensaciones ocultas que se muestran. La obra nace de la nada, no del artificio, como tal del silencio como forma de percibir las fronteras en un continuus que escapa a la razón y al conocimiento. Otorga al espacio un valor simbólico, a mi entender plantea, como algunos artistas posteriores lo harían, la primera fotografía conceptual y el enfrentamiento a ella. ¿no es silencio el espacio, y los planos atados que se funden?, le interesa Tiziano y Velazquez. El sentido de la visión está sobre los demás, “comer con los ojos”, muchas veces la visión abarca funciones que serían exclusivas de otros sentidos, el ojo piensa y se revela, es energía de crecimiento, traspasa lo finito para poder encontrar de nuevo lo infinito, seccionar y coser un caos para enfrentarse a él. Realiza todo un tratado sobre la luz y su complementaria la sombra que la entiende como fuerza de reacción para descubrir y atrapar la transcendencia que se manifiesta en umbrales y horizontes. La composición pura se deshace y derrite como se funde la cera. Todos estos conceptos los concibe vacíos si no se acompañan del percepto - afecto y viceversa, una característica presente en toda su poesía. Una introspección sobre el origen religioso del primer plano de la figura, la imagen mas antigua: el rostro y sus sombras. “Dichosos los ojos que te ven”, el acontecimiento como concepto, un acto umbilical con todo lo que le rodea y su muerte. Si en San Agustín el Tiempo es un río, aquí lo es: la corriente. (venancio pardo1998)








sombras del tiempo

10 01 sombras del tiempo - ídolo

rostros de piedra o fundidos
siéndolo de una morada
habianles cobrado los años
los amaneceres de la obra

10 02 sombras del tiempo - graditius
10 03 sombras del tiempo - atenea
10 04 sombras del tiempo - olitodromoi
10 05 sombras del tiempo - idolo

fuego y sol de los tiempos
laberintos de entrañas
horizonte y limbo de afectos
superficie de las almas

10 06 sombras del tiempo - muchacho
10 07 sombras del tiempo - moscoforo
10 08 sombras del tiempo - muchacho
10 09 sombras del tiempo - rampim
10 10 sombras del tiempo - hera

imperios de la vista
que con mi alcance
al cara a cara de las figuras
dé con la noche transparente

10 11 sombras del tiempo - gorgona
10 12 sombras del tiempo - mentuhotep
10 13 sombras del tiempo - anom

reinos del espíritu
líbradme del rostro fiero
para que mi voluntad
de la tuya saliera 

10 14 sombras del tiempo - calidona
10 15 sombras del tiempo - eros
10 16 sombras del tiempo - pericles
10 17 sombras del tiempo - auxerre
10 18 sombras del tiempo - agamenon

Tenga a bien quitarme
la ceguera sobre las cosas,
díjole el pensamiento al afecto.
Este abrió los ojos para contestar
y dijo: mira,
da rostro a los que miraren,
haz lugar a la conciencia
para que quepa la desdicha,
amasa las tinieblas
y vela en el confín de la paz.
Y que en la cima de tu plegaria
llueva la luz en tu intento
y encuentres la expresión
que de lo Alto viene.
VP 1997

el rostro y el tiempo

Cuando se estaban realizando las obras de la Barcelona Preolimpica (1988-1992), iba a la playa de la Barceloneta a descubrir los tesoros que acompañaban a aquel ajetreo de excavadoras y grúas. Durante mis estudios en “la facultad de Bellas Artes” hice una investigación sobre el barrio de la Barceloneta, proyecté un mural común y realicé la “historia de un fracaso”, pero “autentico”, así me dijo el profe (Fernando Hdez) en la evaluación común. En ese tiempo yo estaba descubriendo la sabiduría y elocuencia de Alberto Cardín, me impresionó que una persona con tan solo 10 años más que yo tuviera aquella lucidez, sabiduría y desparpajo, tengo la real suerte de haber asistido a todas las clases de Antropología o etnología del curso, unas con muchos libros en su mesa, otras con solo una tiza, todas eran magistrales. Una de sus primeras ocurrencias es que estábamos todos aprobados, fuéramos o no a clase -haciendo los trabajos, claro-, me pareció genial, nos habló de San Agustín y del Papa, de Yanomamis, de las Ramblas, de Nazario, de Ocaña, del Dalai Lama , de Deleuce, Foucault, … esto paralelo a las lecturas de Heidegger y Habermas que me exigía estudiar para F. Hdez, mi interés por la filosofía era grande (si es que existe medida) para “manufacturar arte” y es que el refrán de “el que mucho abarca poco aprieta” ha sido una duda constante en mi disciplina del “arte”, ecléptica por antonomasia . Bueno, pués todo esto acompañado de las “bacas, cerdos, guerras y brujas”, el catolicismo, los caníbales, las leyendas del fuego, Lawrence de Arabia, las historias de Ocaña, el Sida, la Rambla, el Budismo, …. , hizo que mis trabajos fueran calificados por el “excelentísimo” Alberto Cardín, con una matricula -tengo ese honor-. En fin, su muerte fue una gran perdida para el “conocimiento”. Cuento todo esto porque fue fundamental para mi trabajo, cuando encontré estos rostros en la “playa preolimpica” mi cabeza era una esponja de todo lo que yo estaba leyendo. Unos años más tarde saqué aquellos artificiales rodados para hacer una instalación "perceptos rodados", mi mente estuvo dilucidando si todo aquel saber anterior podía desvanecerse al encontrar un “arte” “natural y artificial” y exquisito a la vez, eran simplemente unos materiales de construcción desgastados por las olas y el tiempo, era mi “autentico fracaso” como artista, el arte ya lo hacía solo el tiempo. Ese era el rostro del artista: el Tiempo y su Aurea.

Venancio Pardo